Historia de las órdenes religiosas. Parte I
Introducción.

Los ideales espirituales del cristianismo se han manifestado a lo largo de los siglos en la formación de numerosas órdenes religiosas, fundadas en algunos casos con el fin de apartar del mundo a las almas piadosas y en otros con la misión de predicar el mensaje de Jesucristo.
Las órdenes religiosas son instituciones cristianas de hombres o de mujeres que profesan explícita y establemente la observancia de los consejos evangélicos, es decir, de aquellas prácticas que el evangelio no exige a todos sus seguidores, pero a las que de alguna manera invita. Estas prácticas pueden realizarse privadamente con el mismo mérito, pero cuando se realizan dentro de una comunidad y conforme a un método o regla aprobados por la jerarquía eclesiástica adquieren un estatuto canónico jurídico eclesiástico que constituye a quienes las practican en una orden o congregación religiosa.
La variedad de órdenes religiosas responde a la prioridad que cada una concede a uno u otro aspecto evangélico: la oración, la penitencia, la predicación o las obras de de misericordia. Para ser reconocidas canónicamente como órdenes religiosas tienen que cumplir como requisito común el compromiso de los tres votos de pobreza, castidad y obediencia. Los religiosos pueden haber recibido las órdenes sagradas -sacerdotes religiosos- o ser hermanos laicos. Sin embargo no todos los clérigos pertenecen a órdenes religiosas (clero regular), pues los sacerdotes no religiosos constituyen el clero secular. Las órdenes religiosas se diferencían de las congregaciones religiosas en el carácter canónico de sus votos, solemnes o simples respectivamente.
Las órdenes religiosas son instituciones cristianas de hombres o de mujeres que profesan explícita y establemente la observancia de los consejos evangélicos, es decir, de aquellas prácticas que el evangelio no exige a todos sus seguidores, pero a las que de alguna manera invita. Estas prácticas pueden realizarse privadamente con el mismo mérito, pero cuando se realizan dentro de una comunidad y conforme a un método o regla aprobados por la jerarquía eclesiástica adquieren un estatuto canónico jurídico eclesiástico que constituye a quienes las practican en una orden o congregación religiosa.
La variedad de órdenes religiosas responde a la prioridad que cada una concede a uno u otro aspecto evangélico: la oración, la penitencia, la predicación o las obras de de misericordia. Para ser reconocidas canónicamente como órdenes religiosas tienen que cumplir como requisito común el compromiso de los tres votos de pobreza, castidad y obediencia. Los religiosos pueden haber recibido las órdenes sagradas -sacerdotes religiosos- o ser hermanos laicos. Sin embargo no todos los clérigos pertenecen a órdenes religiosas (clero regular), pues los sacerdotes no religiosos constituyen el clero secular. Las órdenes religiosas se diferencían de las congregaciones religiosas en el carácter canónico de sus votos, solemnes o simples respectivamente.
Las primeras comunidades.


En los primeros siglos del cristianismo, el ideal ascético y las persecuciones impulsaron a muchos fieles a retirarse al desierto. Cuando estos eremitas comenzaron a reunirse bajo la dirección de un padre espiritual se formaron las primeras comunidades o cenobios. De los cenobios surgieron reglas que lograron gran difusión, como la de San Basilio en oriente y la de San Agustín en occidente. Las direcciones espirituales de éste último inspiraron la creación de numerosas comunidades denominadas agustinas: canónigos regulares, ermitaños recoletos, agustinos descalzos, étc.
Los benedictinos.

La organización de la vida monacal en occidente fue obra de San Benito de Nursia, quien fundó el monasterio de Montecassino y en el año 529 estableció la regla que se fue difundiendo por todos los monasterios durante la alta edad media. La regla benedictina concebía el monasterio como una institución autónoma, financiera y administrativamente. Los monjes-soldados de Cristo debían obediencia al Abad y combinaban la práctica colectiva de la oración y el culto con la realización de trabajos intelectuales o manuales.
En el siglo IX, el rey franco Ludovico Pío decretó la obligatoriedad de la regla de san Benito para todos los monasterios de su imperio. En el año 910, el monasterio de Cluny adoptó la regla benedictina e impulso la renovación del ideal ascético. Los monjes cluniaciences se proclamarón independientes de todo poder laico, y con ellos se extendió el arte románico en Europa.
San Bruno creó en el 1084 la órden monástica de los cartujos, que incorporó una mayor austeridad a la regla benedictina. Dedicados al estudio, a la meditación y al trabajo manual, los cartujos realizaban la mayor parte de sus actividades en completo silencio.
fundación de la orden de Cister, en el año 1098, significó una segunda renovación del espíritu benedictino. La orden cisterciense, impulsada sobre todo por san Bernardo de Claraval, estimuló el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas y contribuyó a difundir el estilo gótico en la arquitectura religiosa. Una derivación del Cister fue la de la Trapa, creada en Normandía en 1664 el objetivo de corregir la decadencia de la regla benedictina.
En 1893, León XIII confederó las diversas congregaciones benedictinas en la llamada orden de san Benito, presidida por un abad primado. Los benedictinos se caracterizan por la sencillez que confieren al culto litúrgico y por su dedicación al trabajo intelectual. Sus monasterios más conocidos son los de Solesmes, Silos y Montserrat.
En el siglo IX, el rey franco Ludovico Pío decretó la obligatoriedad de la regla de san Benito para todos los monasterios de su imperio. En el año 910, el monasterio de Cluny adoptó la regla benedictina e impulso la renovación del ideal ascético. Los monjes cluniaciences se proclamarón independientes de todo poder laico, y con ellos se extendió el arte románico en Europa.
San Bruno creó en el 1084 la órden monástica de los cartujos, que incorporó una mayor austeridad a la regla benedictina. Dedicados al estudio, a la meditación y al trabajo manual, los cartujos realizaban la mayor parte de sus actividades en completo silencio.
fundación de la orden de Cister, en el año 1098, significó una segunda renovación del espíritu benedictino. La orden cisterciense, impulsada sobre todo por san Bernardo de Claraval, estimuló el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas y contribuyó a difundir el estilo gótico en la arquitectura religiosa. Una derivación del Cister fue la de la Trapa, creada en Normandía en 1664 el objetivo de corregir la decadencia de la regla benedictina.
En 1893, León XIII confederó las diversas congregaciones benedictinas en la llamada orden de san Benito, presidida por un abad primado. Los benedictinos se caracterizan por la sencillez que confieren al culto litúrgico y por su dedicación al trabajo intelectual. Sus monasterios más conocidos son los de Solesmes, Silos y Montserrat.
Historia de las órdenes religiosas. Parte II
Las órdenes mendicantes.

La gran crisis religiosa de finales del siglo XII, cuando apareció la herejía de los albigenses, produjo reacciones disciplinares como la institución de la Inquisición, pero también motivó una nueva concepción de la vida religiosa. Las órdenes mendicantes adoptaron nn carácter más pastoral, más entregado a la tormación religiosa del pueblo mediante una presencia más cercana y una predicación itinerante que llegara a todos los rincones. A este fin abandonaion el voto de estabilidad en un monasterio, con consiguiente estructura económica, y se sustento de las limosnas que recibían durante su acidad pastoral. Las dos grandes órdenes religiosas que surgieron en esta época fueron la de los franciscanos y la de los dominicos, la orden de los franciscanos fue fundada por Francisco de Asís en 1208, obtuvo la aprobación papal en 1215 y fue confirmada en 1223. La imitación de Cristo y la práctica de la pobreza total fue el objetivo de este grupo religioso. Su carácter misionero favoreció su rápida difusión por el mundo. Los franciscanos se hallan divididos en varias congregaciones, entre las que cabe citar los frailes menores, los capuchinos, los conventuales, la Tercera Orden Regular de San Francisco y los Hermanos Pobres de San Francisco Seráfico. La orden de las clarisas, femenina, fue fundada también por san Francisco con la ayuda de santa Clara.
La orden fundada por santo Domingo de Guzmán en 1215, la de los predicadores o dominicos, tomó como especial misión la predicación a fin de contrarrestar los efectos de la herejía de los albigenses. El énfasis de su disciplina se centró por consiguiente en el estudio, situándolo por encima del tradicional oficio litúrgico monacal. Durante su historia, los dominicos han dado a la iglesia notables teólogos, como san Alberto Magno, santo Tomás de Aquino, san Raimundo de Peñafort y san Vicente Ferrer, además de cuatro papas y numerosos cardenales. El mismo santo Domingo fundó un monasterio para religiosas de clausura dedicadas a la vida contemplativa.
La orden fundada por santo Domingo de Guzmán en 1215, la de los predicadores o dominicos, tomó como especial misión la predicación a fin de contrarrestar los efectos de la herejía de los albigenses. El énfasis de su disciplina se centró por consiguiente en el estudio, situándolo por encima del tradicional oficio litúrgico monacal. Durante su historia, los dominicos han dado a la iglesia notables teólogos, como san Alberto Magno, santo Tomás de Aquino, san Raimundo de Peñafort y san Vicente Ferrer, además de cuatro papas y numerosos cardenales. El mismo santo Domingo fundó un monasterio para religiosas de clausura dedicadas a la vida contemplativa.
Órdenes y congregaciones modernas.

Paralelamente a la difusión del protestantismo, la Iglesia Católica impulsó un movimiento de renovación religiosa (siglos XVI y XVII) que se manifestó en la reforma de algunas órdenes religiosas y en la fundación de otras nuevas. Entre las que han alcanzado mayor desarrollo figura la Compañía de Jesús (jesuítas), fundada por san Ignacio de Loyola; la de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, que se obligan por un cuarto voto al cuidado de los enfermos aun con riesgo de su propia vida; y la de las Hijas de la Caridad, sin votos perpetuos, fundada por san Vicente de Paúl.
En el siglo XVI se produjo en España la reforma de los carmelitas —carmelitas descalzos— impulsada por santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. El origen de la orden de los carmelitas se remonta al siglo XII, cuando san Bertoldo, antiguo cruzado, se retiró a las grutas del monte Carmelo, Palestina, donde se le juntaron otros eremitas. La regla definitiva, aprobada en 1245 bajo el generalato de san Simón Stok, prescribía la oración nocturna, el ayuno y el silencio. En el siglo XV fue suavizada la regla, por lo que la orden se escindió entre observantes y conventuales (mitigados), y se fundó la orden de las religiosas carmelitas.
En el siglo XVIII surgieron congregaciones religiosas especialmente dedicadas a las misiones entre el pueblo cristiano o entre infieles. Los pasionistas, fundados por san Pablo de la Cruz, se obligaron con un cuarto voto a propagar la devoción a la pasión de Cristo. Los redentoristas fueron fundados por san Alfonso María de Ligorio.

En el siglo XIX se fundaron numerosas congregaciones religiosas cuyas misiones específicas se centraron en la vida contemplativa, en las misiones parroquiales o extranjeras y en la enseñanza. El Instituto de Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad fue fundado por santa María Micaela, con la misión de practicar la meditación y acoger y educar a mujeres arrepentidas. Por su parte, los salesianos (Sociedad Salesiana de san Juan Bosco) se dedicaron a la educación de los jóvenes de la clase trabajadora. Los hermanos maristas, religiosos laicos (sin órdenes clericales) con votos simples, también orientaron su actividad a la enseñanza. Con fines específicamente evangelizadores fundó san Antonio María Claret la orden de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
En el siglo XX, el papa Pío XII creó una nueva figura jurídica al establecer los institutos seculares. Los miembros de estos institutos se comprometen personalmente mediante los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, pero no adquieren la categoría de religiosos. Su misión es la santificación de los quehaceres propios de la vida secular o civil. Estos institutos pueden ser formados por clérigos (con órdenes sagradas) o por laicos (sin órdenes sagradas). Su aprobación corresponde al obispo diocesano o al sumo pontífice, con validez para toda la Iglesia Católica. El primer instituto secular fue el Opus Dei, fundado en Madrid en 1928 por monseñor José María Escrivá de Balaguer y aprobado definitivamente en 1950 por el papa Pío XII.
Historia de las órdenes religiosas. Parte III, Ordenes religiosas militares
Nacidas en tiempo de las cruzadas, las órdenes religiosas militares tuvieron gran importancia en la defensa y expansión de las tierras cristianas a lo largo de la edad media. Algunas se mantuvieron en épocas posteriores, reducidas a un plano honorífico.
Los miembros de las órdenes militares hacían votos de pobreza, castidad y obediencia, que aunaban con el servicio de las armas en beneficio de la cristiandad. El ideal caballeresco de protección al débil se sumaba en ellas al ascético de las órdenes religiosas. Cada orden estaba gobernada por un gran maestre, sometido directamente a la autoridad del papa y asistido por un reducido consejo.
La orden militar de los caballeros del Templeo o templarios fue establecida en Jesusalén a comienzos del siglo XII por Hugues de Payns. Su regla fue elaborada por san Bernardo en 1128. Se componía de caballeros, clérigos y escuderos. Su misión fundacional fue la protección y guía de los peregrinos que acudían a tierra santa. Ante el éxito obtenido por los templarios, la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, que se había dedicado a la atención de enfermos y poseía numerosos hospitales bien organizados, amplió su campo de acción, bajo la dirección de su maestre Raimundo de Puy, a la protección armada de los santos lugares. Una tercera orden, la de los caballeros teutónicos, fundada a las puertas de San Juan de Acre en 1190 para prestar asistencia a los peregrinos, se convirtió pocos años más tarde en orden militar.
La orden militar de los caballeros del Templeo o templarios fue establecida en Jesusalén a comienzos del siglo XII por Hugues de Payns. Su regla fue elaborada por san Bernardo en 1128. Se componía de caballeros, clérigos y escuderos. Su misión fundacional fue la protección y guía de los peregrinos que acudían a tierra santa. Ante el éxito obtenido por los templarios, la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, que se había dedicado a la atención de enfermos y poseía numerosos hospitales bien organizados, amplió su campo de acción, bajo la dirección de su maestre Raimundo de Puy, a la protección armada de los santos lugares. Una tercera orden, la de los caballeros teutónicos, fundada a las puertas de San Juan de Acre en 1190 para prestar asistencia a los peregrinos, se convirtió pocos años más tarde en orden militar.

Los caballeros templarios portaban una capa blanca con una cruz roja; los hospitalarios ser cubrían con una capa negra con una cruz de color blanco, y llevaban cota roja en tiempo de guerra; los caballeros teutónicos se distinguían por su capa blanca con cruz negra.
El éxito obtenido por las órdenes militares en la defensa de los reinos y señoríos creados por los cristianos en tierra santa en ocasión de las cruzadas motivó que su organización y actuaciones a extendieran por toda Europa y fueran imitadas en algunos países.
La península ibérica, cuya mitad meridional estaba todavía ocupada por los musulmanes, conoció el florecimiento, a lo largo del siglo XII, de las órdenes de Avís, Alcántara, Calatrava y Santiago, que tuvieron un papel relevante en el avance de las armas cristianas hacia el sur.
Las actividades guerreras proporcionaron a las órdenes militares grandes posesiones territoriales y riquezas, y las convirtieron en potenciales competidoras de reyes y señores feudales europeos. La orden del Temple, cuyo secretismo interno y rituales de iniciación levantaban sospechas de brujería y herejía, utilizó con frecuencia sus riqueza para otorgar préstamos y practicar la usura, lo que le creó numerosos enemigos. En 1312 tue condenada a la desaparición por el papa Clemente V a instancias del rey trances Felipe IV, deseoso de fortalecer el poder real y codicioso de las riquezas templarías, que fueron confiscadas. En el momento de su desaparición, los templarios estaban en la cumbre de su poder, con posesiones en toda Europa cerca de 20.000 miembros. El episodio del exterminio de los caballeros templarios ha dado origen a la leyenda de que sus rituales y sabidurías esotéricas se han perpetuado a lo largo de los siglos por medio de sectas secretas.
El éxito obtenido por las órdenes militares en la defensa de los reinos y señoríos creados por los cristianos en tierra santa en ocasión de las cruzadas motivó que su organización y actuaciones a extendieran por toda Europa y fueran imitadas en algunos países.
La península ibérica, cuya mitad meridional estaba todavía ocupada por los musulmanes, conoció el florecimiento, a lo largo del siglo XII, de las órdenes de Avís, Alcántara, Calatrava y Santiago, que tuvieron un papel relevante en el avance de las armas cristianas hacia el sur.
Las actividades guerreras proporcionaron a las órdenes militares grandes posesiones territoriales y riquezas, y las convirtieron en potenciales competidoras de reyes y señores feudales europeos. La orden del Temple, cuyo secretismo interno y rituales de iniciación levantaban sospechas de brujería y herejía, utilizó con frecuencia sus riqueza para otorgar préstamos y practicar la usura, lo que le creó numerosos enemigos. En 1312 tue condenada a la desaparición por el papa Clemente V a instancias del rey trances Felipe IV, deseoso de fortalecer el poder real y codicioso de las riquezas templarías, que fueron confiscadas. En el momento de su desaparición, los templarios estaban en la cumbre de su poder, con posesiones en toda Europa cerca de 20.000 miembros. El episodio del exterminio de los caballeros templarios ha dado origen a la leyenda de que sus rituales y sabidurías esotéricas se han perpetuado a lo largo de los siglos por medio de sectas secretas.

La contraofensiva musulmana en tierra santa culminó con la conquista de la fortaleza de San Juan de Acre por los mamelucos el año 1291, lo que puso definitivamente fin a la presencia de los cruzados en Palestina. Las órdenes militares hubieron de trasladar MIS sedes a otros países. Así, el gran maestre de los caballeros teutónicos se estableció en Venecia. y más tarde en Marienburg.
Un clérigo de Bremen, Albert von Appeldern, al frente de un grupo de cruzados, fundó la ciudad de Riga en el Báltico oriental, y creo la orden de los Hermanos de la Espada con el propósito de cristianizar por la fuerza a los pobladores del país. En 1237, los Hermanos de la Espada se unificaron con la orden teutónica, lo que originó un periodo expansivo que puso en poder de los caballeros teutónicos las tierras bálticas desde Danzig (Gdansk) hasta lo que después sería Leningrado. Los territorios lueron sistemáticamente germanizados, en algunos casos mediante el exterminio de la población autóctona pagana y su sustitución por inmigrantes alemanes. El afán expansivo de los caballeros teutónicos los llevó a guerrear contra poderes católicos, como el rey de Polonia, sin demasiados escrúpulos de conciencia.
Un clérigo de Bremen, Albert von Appeldern, al frente de un grupo de cruzados, fundó la ciudad de Riga en el Báltico oriental, y creo la orden de los Hermanos de la Espada con el propósito de cristianizar por la fuerza a los pobladores del país. En 1237, los Hermanos de la Espada se unificaron con la orden teutónica, lo que originó un periodo expansivo que puso en poder de los caballeros teutónicos las tierras bálticas desde Danzig (Gdansk) hasta lo que después sería Leningrado. Los territorios lueron sistemáticamente germanizados, en algunos casos mediante el exterminio de la población autóctona pagana y su sustitución por inmigrantes alemanes. El afán expansivo de los caballeros teutónicos los llevó a guerrear contra poderes católicos, como el rey de Polonia, sin demasiados escrúpulos de conciencia.

Los caballeros hospitalarios trasladaron su sede de operaciones a Chipre, pero al caer la isla bajo el dominio musulmán pasaron a Rodas en el año 1308 y, finalmente, a Malta, donde gobernaron hasta la conquista de la isla por las tropas de Napoleón en 1798. La orden de Malta, denominación que adoptó la de los caballeros hospitalarios durante su estancia en la isla, pervivió hasta el siglo XX, reducida a una corporación nobiliaria.
En el siglo XV, las órdenes militares, faltas de objetivos bien definidos y poseedoras de grandes riquezas, se encontraban en plena decadencia. Alberto de Brandeburgo, gran maestre de los caballeros teutónicos, se adhirió a la Reforma protestante en 1525 y convirtió los territorios bálticos de su orden en un gran ducado hereditario. Los gobernantes de los diversos países que se adhirieron al protestantismo suprimieron las órdenes militares en sus territorios y confiscaron sus bienes. En los países que continuaron siendo católicos, la creciente autoridad real puso a su servicio las órdenes, como hicieron los Reyes Católicos en Castilla y Aragón. En el mundo contemporáneo la pertenencia a las órdenes militares constituye un título honorífico sin contrapartida material.
En el siglo XV, las órdenes militares, faltas de objetivos bien definidos y poseedoras de grandes riquezas, se encontraban en plena decadencia. Alberto de Brandeburgo, gran maestre de los caballeros teutónicos, se adhirió a la Reforma protestante en 1525 y convirtió los territorios bálticos de su orden en un gran ducado hereditario. Los gobernantes de los diversos países que se adhirieron al protestantismo suprimieron las órdenes militares en sus territorios y confiscaron sus bienes. En los países que continuaron siendo católicos, la creciente autoridad real puso a su servicio las órdenes, como hicieron los Reyes Católicos en Castilla y Aragón. En el mundo contemporáneo la pertenencia a las órdenes militares constituye un título honorífico sin contrapartida material.
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